Debo confesar que durante mis días como ministra encargada de una iglesia, me sentía nerviosa cuando la Pascua de Resurrección se acercaba. ¡Oh!, me encantaban los lirios y la música los domingos, mas ¿qué podía decir en mi mensaje que fuera nuevo?

La verdad es que no hay nada nuevo acerca de la Pascua de Resurrección. De alguna manera eso es el punto de nuestra celebración. Conocemos el relato de la crucifixión de Jesús, sus días en la tumba y su resurrección porque nos los han enseñado. Mas también podemos identificarnos con su experiencia porque, de algún modo, la hemos vivido.

El relato de la Pascua puede ser una metáfora para aquello que experimentamos repetidamente en nuestras vidas. Hemos estado contando esta historia cada año por más de dos mil años. Podemos identificarnos profundamente con el proceso de morir, de estar en una tumba y de resucitar. Nos recuerda que, a veces, los sucesos más desafiantes en nuestras vidas nos llevan a un bien.

Nuestras dificultades personales raramente son tan fuertes como las de Jesús; por supuesto, la mayoría de nuestros desalientos y frustraciones no destruyen nuestras vidas. Mas las tres partes del relato de la Pascua de Resurrección son aplicables a sucesos grandes y pequeños.

¿Alguna vez has experimentado muertes en tu vida? No solo perder a un ser querido, sino que algo ocurre que te hace sentir dolor hasta el punto de sentirte “crucificado” cuando todo lo que conocías ha sido arrebatado.

Algunas personas han sufrido vergüenza pública o destitución financiera o enfermedades devastadoras; unas hasta el beso de un amigo que las traicionó.

Nunca solo

No es muy dramático decir que casi todos hemos pasado por épocas cuando parece que el mundo está en contra nuestra, cuando sentimos que estamos llevando una cruz o que hemos sido heridos con una lanza, cuando el cielo oscurece.

Nos abrumamos ante el sufrimiento de Jesús porque lo hemos padecido aunque sea en pequeña medida; es parte de la experiencia humana. Nos maravillamos de su valor y fuerza, así como de su compasión por los demás.

Oscuridad antes del alba

Probablemente, también has pasado tiempo en la tumba. Cuando la vida cambia de manera irrevocable, es posible que sientas que estás atrapado en una tumba sin ninguna garantía de que la piedra que bloquea la entrada sea removida.

Para mí, el sábado del fin de semana de la Pascua se ha convertido en la parte más misteriosa y fascinante de la historia. Jesús había sido crucificado, y sus seguidores se habían dispersado temiendo por sus vidas. Solo podemos imaginar su dolor y confusión. Ellos no sabían que un final feliz estaba en camino, y nosotros tampoco lo sabemos cuando pasamos por períodos de sepultura. ¡Qué día más largo debe haber sido!

Y luego, el alba.

El sol saldrá

Cada uno de los cuatro Evangelios relata la historia de esa mañana un poco diferente. Mas en cada uno de ellos, las mujeres son las primeras en descubrir que Jesús ya no estaba en la tumba. Ellas no están seguras de inmediato lo que significa. Les toma tiempo darse cuenta de que el hombre que conocían, la esencia o la energía de Jesús, todavía está muy presente en ellas.

Una vez más, esta es nuestra historia. Es posible que no veamos de inmediato el bien que ha llegado a nuestras vidas después de un reto. No siempre estamos seguros de cuándo o cómo exactamente dejamos la tumba.

Sin embargo, llega el día en que te das cuenta de que la vida es mejor. Tal vez vuelvas a reír por primera vez en meses. Puede que comiences un nuevo proyecto o finalmente veas luz en el futuro.

No estoy diciendo que cosas malas tienen que suceder para que el bien emerja. Cuando los sucesos que definimos como malos ocurren, la historia de la Pascua nos recuerda que lo bueno puede surgir hasta de las peores circunstancias.

De alguna manera, en medio de nuestro sufrimiento, el sol sale, la piedra es removida y la vida continúa aunque no sea la misma. Al igual que los discípulos desesperados, no podemos ver el panorama completo. No podemos ver el futuro. Tenemos derecho a experimentar nuestros sentimientos todo el tiempo que sea necesario. ¿Y si la desolación es temporal? ¿Y si así es como se ve la vida en el camino hacia una manifestación magnífica? Por eso celebramos la historia de la Pascua. No solo para conmemorar la resurrección de Jesús, sino también la nuestra.

Acerca del autor

Ellen Debenport es una ministra de Unity desde hace muchos años que actualmente trabaja como vicepresidenta de Publicaciones de la Sede Mundial de Unity. Es autora de los libros en inglés Hell in the Hallway, Light at the Door y The Five Principles (Unity Books, 2009).

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