Conocí a Keegan Boyer en las redes sociales cuando su madre, Annie Scholl, empezó a compartir sus “Rostros del mundo” al estilo del fotoperiodismo. Miles de usuarios de Instagram lo siguen mientras él captura la humanidad con el lente de su cámara Sony A7. Keegan forma parte de la lista de Mic.com como uno de los “15 artistas de retrato que destruyen el estereotipo del ensimismado usuario de Instagram”.

Cuando consideré la idea de presentar a Keegan a los lectores de La Palabra Diaria, decidí, ¡quién mejor para ahondar en su mente que su madre, Annie!—Elaine Meyer, Editora


Cuando Keegan tenía cinco años, nos mudamos a una nueva casa y él se vio forzado a cambiar de escuela. “Él estará bien”, me aseguró su profesora del jardín de niños. “Keegan nunca conoció a un extraño”.

Ella tenía razón—entonces y ahora.

La capacidad de mi hijo de estar a gusto y de hacer sentir a otros de la misma manera, le permite fotografiar desde modelos en Italia y Corea del Sur, hasta refugiados sirios en Grecia.

Es evidente, a través de los miles de seguidores en Instagram y por la atención que él ha atraído de los medios sociales, que sus fotos resuenan con las personas. Como su madre, lo que me deleita aún más que el éxito que tiene como fotógrafo, es verlo evolucionar como un ser humano creativo, sensible y compasivo que valora la vida sencilla.

P: ¿Cuándo descubriste que la fotografía era para ti?

Keegan: En diciembre del 2013 fui a Corea del Sur para enseñar inglés y para profundizar en lo que realmente quería hacer con mi vida. Durante ese tiempo, serví de voluntario unos días para ayudar a limpiar después del tifón en las Filipinas. Llevaba la cámara de un amigo conmigo. Después de mi último día como voluntario, el cual pasé más que todo limpiando drenajes, decidí salir y tomar fotografías que capturaran los momentos cotidianos de las personas. Hacerlo me absorbió de tal manera, que no me di cuenta de que andaba inmundo. Pensé, ¡caramba, me encanta esto!—tanto así que me olvidé de mí mismo. Había estado completamente en el momento presente, cautivado por las personas que estaban frente a mí. Regresé y publiqué alrededor de 20 fotografías en Facebook y recibí buenos comentarios. Pensé: Bueno, me encanta hacer esto y parece que tengo una habilidad innata, tal vez debería explorarlo más.

P: ¿Por qué te enfocas en personas en vez de, digamos, paisajes o edificios?

Keegan: Cuando estuve viviendo en Corea, estaba bastante aislado afuera en los suburbios. Trabajaba todo el tiempo. No conocía el idioma, así que realmente no podía conectar con las personas. Descubrí que podía acercarme a alguien y pedirle tomarle una foto y, aunque no hablábamos el mismo idioma, había una conexión. La cámara era mi rompehielos—esta increíble herramienta derribó las barreras y nos permitió vincularnos unos con otros.

P: ¿Por qué crees que tu fotografía resuena con las personas?

Keegan: Porque ellas sienten una conexión. Yo siempre me enfoco en los ojos y pienso que eso hace que sientan que están frente a la persona; que están allí con ella.

P: ¿Existe algo en común en tus fotos?

Keegan: Todos nosotros somos seres humanos. Por supuesto, existen diferencias y distintas circunstancias, pero lo que destaca para mí es que todos sentimos y hacemos las mismas cosas. Lo que pueda definirte en un momento—modelo, refugiado, lo que sea—en realidad no importa. Las personas son personas. Eso es lo que intento capturar con cada fotografía.

P: ¿Cómo acoges la vida?

Keegan: Lo que es importante para mí es ofrecer positivismo al mundo. Todos tenemos el poder y la capacidad para crear nuestro propio destino, pero creo que antes de que podamos hacerlo necesitamos conocernos a nosotros mismos. Cuando logras comprender quién eres, pienso que eso te brindará la confianza necesaria para usar tus habilidades para hacer del mundo un lugar mejor.

P: ¿Cómo eras antes de graduarte de la universidad y de descubrir la fotografía?

Keegan: Definitivamente yo era un pensador independiente, mas no estaba seguro de que podía labrar mi propio camino. En retrospectiva, me doy cuenta de que no confiaba en lo que mi intuición trataba de decirme, tal como: Oye, éste no eres tú. Luego de graduarme pensé: De ahora en adelante, sólo voy a hacer lo que me encanta hacer, no lo que pienso que debería estar haciendo.

Voy a confiar en mi intuición y permitir que me guíe. Esto me ha dado gran éxito y mucha felicidad. Estoy viviendo mi vida —no de una manera egoísta sino real. Si no soy feliz y no me gusta lo que hago, ¿cómo puedo aportar amor al mundo?


Las fotografías de Keegan Boyer lo han llevado a una series de proyectos alrededor del mundo. Mic.com lo incluyó en la lista de “15 artistas de retrato que destruyen el estereotipo del ensimismado usuario de Instagram”. Más información en keeganboyer.com

Acerca del autor

Annie L. Scholl es una escritora independiente residente de Carolina del Norte. Ella contribuye con sus escritos a La Palabra Diaria y Unity Magazine®. Su trabajo ha sido publicado en Huffington Post, Brevity y The Sunlight Press. Annie está escribiendo su primer libro, una autobiografía, y comparte sus blogs en anniescholl.com.

Más

No Results