Cómo es diagnóstico de EM llevó a Courtney Carver a cuidar de sí misma

En la primavera del 2006, estaba entrenando para la bicicletada Bike MS 150, un evento para recaudar fondos para la investigación sobre la esclerosis múltiple. Quise hacerlo por mi jefe, quien padece de esclerosis múltiple y quien me inspiró a recaudar fondos para la Sociedad Nacional para la Esclerosis Múltiple.

Mas, no me sentía bien. Trataba de equilibrar todo: desde las fechas límites, hasta el voluntariado, las obligaciones familiares y el entrenamiento para la carrera; estaba exhausta.

Pero eso no era todo. Además de la fatiga, tenía un vértigo debilitante, así como otros síntomas que eran inexplicables. Tenía un lado de mi rostro adormecido y sentía un hormigueo en mis manos.

Ninguno de estos síntomas era nuevo, pero nunca los había tenido a la vez de manera tan severa o por un tiempo tan prolongado. Durante meses, estuve haciéndome exámenes de resonancia magnética y una perforación lumbar. Me perdí la bicicletada, y me encontré con la terrible ironía de que yo tenía esclerosis múltiple.

Afrontando la verdad y los temores

Al principio, temí que arruinara mi salud, mi familia, mi trabajo y todo lo que amaba. Con miedo, comencé a buscar respuestas e ideas sobre cómo vivir bien con esclerosis múltiple.

Mi investigación me mostró que la respuesta era reducir el estrés. No podía continuar al paso insostenible que llevaba, trabajando en un campo competitivo impulsado por fechas límites. Siempre me estaba empujando a mí misma para hacer más y demostrar mi valía excediéndome en todo. Mi estilo de vida no le estaba ayudando a mi salud y, según parece, tampoco a mi corazón.

Por esa razón, mi diagnóstico atemorizante se convirtió en una bendición. Observé la incertidumbre. La esclerosis múltiple es impredecible y todo el mundo la experimenta de manera diferente. Darme cuenta de que hay muchas cosas de la esclerosis múltiple de las cuales no tengo control me dio la libertad de admitir que no tenía control en otras áreas de mi vida.

Me di cuenta de que cuando admito que no tengo control sobre el futuro, no me preocupo.

Lo que edifica mi vida

He descubierto tres cosas que han contribuido a mi salud y calidad de vida: el cuidado propio, tener una vida sencilla y compartir mi historia. No hay una causa o cura conocida para la esclerosis múltiple, pero sé que una vida estresante contribuyó a los síntomas y al progreso de la enfermedad. Mi diagnóstico me empujó a repensar la idea del cuidado propio como algo egoísta y a darme permiso a cuidar de mí misma.

Comencé a cambiar mi dieta, a meditar y a hacer ejercicios. Reduje mi estrés. Me comprometí a pagar mi deuda y dejar mi trabajo para comenzar un negocio haciendo lo que amo. No hubo ninguna parte de mi vida que no estuve dispuesta a reestructurar.

Hoy en día, más de 13 años después, prácticamente no tengo síntomas. No he tenido recaídas, y las resonancias magnéticas no muestran lesiones. Mi compromiso con el cuidado propio me llevó a dar pasos para simplificar mi vida. Quise hacer espacio para aquello que verdaderamente me importaba: recordar quién soy y reconectarme con mi corazón.

Una manera nueva

Había desperdiciado mis recursos más valiosos y me costó mucho darme cuenta. Los cambios externos, tales como reducir mis pertenencias, me llevaron a cambios internos que implicaban vivir de manera más intencional.

Comencé a despejar mi mente eliminando los chismes y el drama. Me di cuenta de que cuando admito que no tengo control sobre el futuro, no me abato. Compartir mi historia continúa dándole forma a mi viaje. Me hace más fuerte porque refuerza los que he aprendido y me conecta a otros cuyas lecciones puedo aplicar a mi vida.

No escondo mis imperfecciones. Me siento inspirada por las personas que no tratan de arreglarme ni de decirme qué hacer. Al compartir nuestras experiencias abrimos nuestros corazones y permitimos que otros entren en él.


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