El amor despierta algo en nosotros. El amor nos vuelve receptivos a lo bueno y alimenta nuestro espíritu creativo. El amor genera sincronicidad.

No existe sentimiento más profundo que el ser amado tal como eres.

Estar en el fluir del amor incondicional es poderoso e ilimitado. Nos faculta y empodera para acoger nuestra grandeza y ayudar a otros a hacer lo mismo. En este amor, vemos lo mejor y más elevado a nuestro alrededor. Vemos lo divino en toda expresión.

El verdadero amor no tiene condiciones ni requisitos

“La naturaleza del amor es siempre invocar lo incondicional”, dice la ministra Unity, Rev. Jacquelyn Hawkins. “Cuando se le ponen condiciones al amor, no es amor, es una transacción”.

Las personas que nos aman ejemplifican incondicionalmente la naturaleza divina de Dios en ellas. El amor incondicional se expresa a través de muchos canales: familia, amigos, autoaceptación, amor divino —la confianza y el afecto de tu pareja.

El amor incondicional de Dios no se gana, está en nuestro ADN espiritual. Cuando vivimos en este amor, todos los que nos rodean se benefician. Al buscar y trabajar para practicar el amor incondicional, cambiamos vidas.

Practicando el amor incondicional en una comunidad

Cada momento que pasamos tiempo con otros, tenemos la oportunidad de practicar el amor incondicional. Podemos percibir la eterna presencia del amor en la calidez y el cariño de nuestros amigos, familiares y hasta de extraños.

Incluso en tiempos difíciles, o cuando otras personas nos desafían, ver a través del lente del amor nos ayuda a reconocer la perfecta imperfección de cada persona. Como dijo el reverendo Eric Butterworth, tu puedes convertirte en el “centro del amor” en tu comunidad.

En presencia de otros, mantente atento para ser guiado por la voz apacible y delicada en tu interior, para apreciar completamente los eventos, las personas, los lugares y las cosas a tu alrededor. El amor es el principio subyacente que mueve, relaciona, sana y armoniza.

Practica primero el amor incondicional propio

Amar a los demás es imposible hasta que nos amemos a notros mismos.

Con demasiada frecuencia, sin embargo, nos consideramos indignos de amor. Cuando nos sentimos vacíos de amor, buscamos a alguien que nos ame y “llene el vacío”. Es solo cuando compartimos el amor que hemos aceptado para nosotros mismos que experimentamos amor.

El verdadero amor propio no es egocéntrico. Está anclado en la humildad porque refleja la naturaleza divina en cada uno de nosotros.

Si no nos amamos a nosotros mismos, no estamos receptivos al amor de otras personas. Si no nos amamos a nosotros mismos, nos sentimos indignos de cualquier amor. Razonamos: si no puedo amarme a mí mismo, ¿cómo puedo esperar que alguien me ame?

Solo cuando puedas amarte a ti mismo podrás eliminar los obstáculos para expandirte en amor.

Enamorarse de amar

El apóstol Pablo habló elocuentemente sobre el amor. Él dijo: “Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe”—1 Corintios 13:1.

En otras palabras, a menos que vibre a través del canal del amor, no importa lo que diga será solo ruido. es solo ruido. No tiene sentido.

“El amor es la facultad más importante que tenemos”, dijeron Richard y Mary-Alice Jafolla, exdirectores de Silent Unity. “Es el centro de todo lo bueno que mora en nosotros. Lo más importante en nuestras vidas es amar”.

Incluso con las heridas y las decepciones de la vida, es crucial reconocer la presencia y el misterio del amor.

“En mis momentos más claros y auténticos, sé que el amor no es una mercancía, algo que se puede intercambiar, pedir prestado o quitar”, dijo la Reverenda Kelly Isola, “sino que es un proceso fluye a través de nosotros en nuestras actitudes, nuestras palabras y nuestras acciones”.

Reconocer la presencia amorosa incondicional de Dios

“El poder del amor incondicional es el poder de Dios”, dice el Reverendo Hawkins. “No hay otro poder”.

Mediante la oración y la meditación, podemos reconocer la fuente del amor divino en nosotros mismos. Ese amor incondicional del Espíritu Divino que se expresa a través de cada uno de nosotros bendice cada faceta de nuestras vidas.

“El amor incondicional siempre está aquí”, dice la Reverenda Frieda King, “en cada ser humano y en cada situación, disponible para bendecir y prosperar”.

Acerca del autor

Elizabeth G. Howard es una periodista especializada en contenidos digitales y posee un talento especial para la poesía.

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